Se
ha descubierto que el alga verde Chlamydomonas reinhardtii, no sólo es capaz de
nutrirse a partir de la fotosíntesis, sino que también obtiene energía de una
fuente alternativa: otras plantas. Este hallazgo podría también tener un gran
impacto sobre el futuro de la bioenergía.
Hasta ahora, se creía que sólo
gusanos, bacterias y hongos eran capaces de digerir la celulosa vegetal y
utilizarla como fuente de carbono para su crecimiento y supervivencia. Las
plantas, por su parte, se valen de la fotosíntesis, por lo que requieren luz,
así como dióxido de carbono y agua.
En una serie de experimentos,
el equipo de Olaf Kruse, de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, cultivó
la especie microscópica de alga verde Chlamydomonas reinhardtii en un ambiente
con dióxido de carbono limitado y observó que ante tal escasez, esta alga
unicelular puede obtener energía a partir de la celulosa vegetal vecina. El
alga secreta enzimas que "digieren" la celulosa, descomponiéndola en
azúcares simples que pueden ser transportados al interior de las células y
transformados en una fuente de energía. Como resultado final, el alga puede
seguir creciendo.
Ésta es la primera vez que tal
conducta es confirmada en un organismo vegetal, pues digerir de ese modo la celulosa
contradice lo asumido durante mucho tiempo por la comunidad científica.
Actualmente, los científicos
estudian si este mecanismo se encuentra en otros tipos de algas. Los resultados
preliminares indican que sí.
En el futuro, esta propiedad
hasta ahora desconocida de las algas también podría ser de interés para la
producción de bioenergía. Degradar biológicamente la celulosa vegetal es uno de
los pasos más importantes en los métodos de elaboración de biocombustibles bajo
desarrollo o perfeccionamiento en este campo. Aunque a raíz de actividades como
la agrícola hay disponibles grandes cantidades de residuos que contienen
celulosa, las vías de transformación distan aún mucho de ser las óptimas.
En la actualidad, las enzimas
necesarias para descomponer y procesar la celulosa (a las que se denomina
celulasas) se extraen de hongos que, a su vez, requieren materia orgánica para
crecer. Si en el futuro se puede obtener de algas las celulasas necesarias para
una elaboración óptima de biocombustibles, no sería necesaria la materia
orgánica destinada a nutrir a los hongos.
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