Luego
de varios años, los integrantes del Grupo de Trabajo en Ingeniería de Tejidos
(GIT) de la
Universidad Nacional de Colombia, lograron fabricar una versión local
de un biorreactor spinner que recrea las condiciones óptimas para el cultivo a gran escala de membranas artificiales.
Este
es un equipo que ofrece unas condiciones ambientales de aislamiento que
permiten cultivar fibroblastos, las células propias de tejidos conectivos del
cuerpo (epidermis, dermis y cartílagos, etc.). El aparato puede funcionar sin
utilizar una incubadora, como tradicionalmente sucede.
Los
investigadores cultivan células y soportes de colágeno (superficie donde crecen
los fibroblastos) para crear sustitutos que restauren las funciones que hayan
perdido seres humanos o animales. Estos resultan de gran utilidad para
reemplazar tejidos dañados cuya cicatrización natural es difícil.
El
reto es obtener productos sanos, sin daños en el patrón cromosómico. Para eso,
se debe propiciar una eficaz división celular (mitosis) en el laboratorio, tal
como sucede en un ser vivo. Este es un punto crucial, pues una inadecuada
manipulación del material puede originar fallas que lo inhabilitarían para ser
usado en humanos.
“Tratamos
de hacer por fuera lo que la naturaleza ha hecho tan bien. Trabajamos con
mucosa oral y úlceras, pero siempre habíamos estado limitados por los equipos.
Ahora, con los nuevos desarrollos del laboratorio, modificamos las condiciones
y podemos producir tejido a gran escala”, asegura Martha Fontanilla, doctora en
Ciencias Biomédicas y líder del GIT. Y
es que, en la actualidad, uno de los desafíos más urgentes de la Ingeniería de
Tejidos es cultivarlos en grandes volúmenes, para beneficiar a una mayor
cantidad de personas.
Los
procesos bioquímicos y biológicos que se desencadenan gracias a la acción del
biorreactor se encuentran controlados y permiten elaborar tejidos artificiales
con características superiores a las de los cultivos estáticos (por ejemplo,
una incubadora celular). Así, se desarrollan soportes grandes, un ambiente
mejor controlado y una mayor área de cultivo.
Asimismo,
el equipo permite el crecimiento de células de fibroblastos en mallas de
colágeno. Y, a través de agitación continua, efectúa una distribución más
adecuada de las sustancias utilizadas y una proliferación celular en
condiciones óptimas de esterilidad.
El
cultivo de tejido conectivo artificial se hace mediante un sistema de
dispersión de gas que facilita la transferencia de CO2 y O2 en el material en
crecimiento, al tiempo que optimiza la aireación superficial.
La
profesora Fontanilla asegura que los biorreactores normales tienen una
capacidad de cincuenta mililitros, pero resalta que en el laboratorio de la UN
lograron desarrollarlo de tal manera que su capacidad es de dos litros y
funciona fuera de la incubadora de CO2.
La
importancia de este desarrollo se evidencia en casos como el de los diabéticos,
cuyas heridas no cicatrizan fácilmente porque no tienen suficiente oxígeno y cuyas condiciones pueden ser simuladas en el biorreactor.
Además, el biorreactor determina los soportes y las células propicias para cada caso;
como las que están involucradas en la señalización celular y en el cierre de
heridas, que son las encargadas de dar las órdenes a otras células para que
comiencen el proceso de cicatrización o de regeneración.
Cada
uno de los integrantes del GIT ha contribuido a perfeccionar el biorreactor.
Gracias a su entrega, los resultados del grupo serán la base de partida para
crear una empresa que está próxima a ponerse en marcha con el apoyo de Colciencias. De esta manera, se
aprovechará la capacidad instalada del laboratorio, lo que hará más rentable el
procedimiento, al producir una mayor cantidad de tejido para beneficiar a más
personas.