"No solo basta con encontrar el camino correcto, sino tambien recorrerlo y llegar al destino a pesar de que no existe el limite. Biotecnología, ciencia del presente para el futuro."

13 de junio de 2013

SECUENCIANDO EL GENOMA DEL OCÉANO

En el fondo marino, a 3.500 metros de profundidad el agua se encuentra muy fría, entre uno y dos grados. La oscuridad es total, pues la luz se dispersa y desaparece antes de los doscientos metros de la superficie. A pesar de este hábitat hostil, allí consiguen vivir distintas especies de virus y bacterias.  
Los trabajos de secuenciación (enmarcado en el proyecto Malaspina) se centran en los virus, bacterias y protistas que habitan el océano a 4.000 metros de profundidad. La mayor parte de la biomasa de los organismos marinos se compone de microorganismo. De éstos, un 72% habitan en el océano oscuro, de 200 metros de profundidad. Sin embargo, hasta ahora, la secuenciación de ADN o ARN había sido limitada casi exclusivamente a las aguas de la superficie del océano.

Los resultados preliminares revelan una riqueza de especies desconocidas de microorganismos en el océano profundo, que se caracteriza por una intensa actividad biológica. Específicamente, 60% de las especies bacterianas de las profundidades del océano detectado por técnicas de secuenciación masiva son desconocidos.Se podría decir por tanto, que por primera vez se secuencia el "genoma del oceáno".
En el fondo del oceáno, los organismos viven alejados unos de otros, pero la soledad del entorno no es obstáculo para su supervivencia, ya que no necesitan juntarse entre ellos para reproducirse. La supervivencia de las bacterias se basa en algo tan sencillo como dividirse, para crear otra célula más parecida a un gemelo que a un hijo. Acostumbradas a sobrevivir en las peores condiciones, no les resulta difícil engañar a los científicos, haciéndose las muertas una vez que se ven atrapadas dentro de las muestras de agua. Han sido casi 200.000 las que han recogido los investigadores, obtenidas a profundidades que han llegado hasta los 4.000 metros de profundidad, en 313 puntos de los fondos marinos de los océanos Índico, Pacífico y Atlántico.
Josep Maria Gasol investigador del CSIC, afirma que nos estamos encontrando con que desconocemos la mayor parte de los genes, pues no aparece nada parecido en las bases de datos de que se dispone. Una de las mayores sorpresas ha sido toparse con bacterias capaces de degradar compuestos muy tóxicos que se han ido acumulando en el fondo marino por efecto de la actividad humana, se han encontrado bacterias con vías metabólicas que son capaces de degradar el metilmercurio, otras bacterias, los metanotrofos, utilizan los productos de degradación de los mismos compuestos tóxicos como fuente de carbono y energía. La detección de estas plantas de reciclaje en las profundidades del océano permite identificar las regiones con la mayor acumulación de sustancias tóxicas, y usar estas bacterias como biosensores del estado ecológico de un entorno tan desconocido como las profundidades del océano.
El número de especies marinas utilizadas como fuente de genes con interés comercial crece un 12 por ciento anual. El potencial biotecnológico de los organismos marinos es grande, y más aún en el océano profundo. Otros de los genes recolectados en Malaspina abren la puerta a aplicaciones biotecnológicas en el campo de la medicina. Se trata de sintetizar una nueva generación de antibióticos, ante el agotamiento previsto de los actuales para las próximas décadas, uno de los retos en el ámbito de la seguridad sanitaria a los que se enfrentará la sociedad debido a la resistencia que comienzan a mostrar algunas bacterias en la actualidad.

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